Os presentamos el cuento musical dirigido por Helena G. Argibay, profesora de nuestro Conservatorio de Música de Vigo, y realizado por alumnos/as de 6 y 7 años.
La historia, narrada y musicada por los niños/as, cuenta como a través de la música unos animosos animalitos consiguen derrotar para siempre al coronavirus. El trabajo fue realizado por la profesora y los niños/as durante estos días de confinamiento, con la inestimable colaboración de sus padres y madres. Esperamos que os guste.
El Parque de la Alegría
Ursa, la lechuza, admiraba cómo su amiga, Iris, la mariposa, bruñía sus hermosas alas frotando una contra la otra. Ambas habían decidido posarse en una rama de un pino y observar a sus cuatro amigos jugar en el “Parque de la Alegría” Entonces oyeron gritar a Tito, el pajarito. Algo parecido a un gusano le había mordido en una alita.
¿Por qué me has mordido, gusano repelente? — preguntó enfadado el pajarito.
Porque es lo único que sé hacer. Y no soy un gusano, sino un coronavirus — respondió orgulloso, sabiendo el miedo que provocaba con solo escuchar el nombre.
Tito, el pajarito, huyó despavorido avisando a sus amigos sobre quién era el bicho que le había mordido. El ratón Niki, el sapo Crocró y el oso polar Jugui, apodado el juguetón, echaron a correr perseguidos por el virus. Pero el oso era más lento, y cuando estaba a punto de ser mordido, se giró y le lanzó un descomunal gruñido. El coronavirus se murió.
Poco después se reunieron los seis en la casa de la lechuza: un globo multicolor suspendido en el aire. Allí, a salvo de posibles ataques, y tras el descubrimiento de cómo podían matar al molesto mordiscón, tramaron un plan del cual informaron a todos los animales del planeta.
Todos los días, a las ocho de la tarde, se reunían en los balcones con sus instrumentos musicales y producían con ellos un enorme sonido disonante. Todos los coronavirus regresaron a sus casas y se encerraron en ellas para siempre.
Desde entonces, todos los animosos animalitos, pudieron jugar sin temor en el «Parque de la Alegría» y, al llegar las ocho, ya no salían a hacer ruido, sino a tocar las más hermosas melodías. Habían derrotado, para siempre, al coronavirus.
Mo Gaisse